The Argus-Press – Mayo 10, 1998
Algunos libros llegaron demasiado tarde para la publicidad Pre-Navidad del año pasado. Mi favorito fue el segundo volumen de David Bird con las hazañas de Robin Hood y sus alegres hombres: “Robin Hood’s Bridge Memoirs”.
Es un Bird clásico: una narrativa divertida, escrita alrededor de manos de bridge interesantes en las que al parecer ciertas bazas desaparecen tan rápido como un salteador de caminos le saca su riqueza a un barón o despoja a un comerciante de su bolsa de oro.
Esta mano la extraje del capítulo en el que Robin y Nair el sarraceno se visten como si fueran criadores de cerdos. Ellos están tratando de ganar el cáliz de oro San Buenaventura frente a los ojos del sheriff de Nottingham.
Contra 6, salio de su singleton de diamante.
El declarante, Guy of Gisburne, gano con el A del muerto y corrió tres corazones, descartando sus diamantes perdedores. Ahora vivo un pequeño trebol del muerto. Gisburne hizo la finesse con su
9. Suavemente, Robin gano la baza con su
K y salio jugando una espada.
Después de ganar el J de Este con el
A, el declarante jugo un trebol chico al as del muerto. Cuando Nazir descarto, Gisburne se vio forzado a entregar una baza para una abajo.
-¿Cómo pudiste ser engañado por un simple criador de cerdos? -exclamó el Sheriff… que era el muerto.
“Gana el cambio a una espada con la dama. Continua con un trebol chico, con la intención de hacer la finesse con tu 8.
“¿Eso hace alguna diferencia, mi Señor?” preguntó un Gisburne frustrado.
“Por supuesto que sí, idiota.” continuó el Sheriff. Cuando Este descarta, usted puede ganar con la dama y destriunfar.